Caminar es la primera cosa que un niño/a quiere hacer, y la última, a la que una persona mayor desea renunciar.

Caminar es un ejercicio físico que no necesita gimnasio. Es ideal para el control de peso sin necesidad de dieta y un cosmético que no puede encontrarse en el mercado. Es un tranquilizante sin pastillas, una terapia sin psicólogo y el ocio más barato. Y además, no contamina y consume pocos recursos naturales.

“Para caminar no se necesita un equipamiento especial y es una actividad segura”. John Butcher, Fundador del Walk21, 1999.

La escuela Aristotélica proponía caminar como método para acercase a la salud, al conocimiento y al equilibrio. Decían que caminar 22 km al día era ideal como entrenamiento para cualquier reto personal. Cuando el cuerpo descansa la mente se lanza al futuro, cuando el cuerpo se mueve la mente se apacigua y la capacidad cognitiva aumenta. Somos hombres por estar erguidos.

Salimos de África caminando y caminado nos hemos hecho a nosotros mismos. Cuando caminamos aumenta la capacidad aeróbica y nuestros órganos funcionan mejor. Caminar  facilita el contacto con la respiración, con el cuerpo,  … nuestra puerta de entrada y también de salida …

Caminar es una forma de meditar:
El caminar como forma de meditar, también conocido como meditación caminando, es una práctica que combina los beneficios del ejercicio físico con la tranquilidad de la meditación. Al caminar conscientemente, se enfoca la atención en el movimiento de cada paso, la respiración y el entorno. Esta práctica ayuda a despejar la mente, reducir el estrés y mejorar la concentración. Es una forma accesible y efectiva de conectar con el presente, permitiendo que cada paso se convierta en una oportunidad para encontrar paz interior y claridad mental.

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