El Camino de Santiago un Viaje a Través del Tiempo y la Espiritualidad

En el siglo IV d.C., la conversión del emperador Constantino al cristianismo abrió una nueva etapa histórica. Terminaban los tiempos de una cristiandad primitiva, centrada en pequeñas comunidades de hombres y mujeres que buscaban la santidad en medio de un ambiente totalmente adverso. Constantino, con su deseo de medir y ordenar el mundo, impulsó la culturización, romanización y cristianización de los peregrinos, fomentando las peregrinaciones hacia Occidente.

En el siglo IX d.C., con la aparición de la tumba del apóstol Santiago, el emperador Carlomagno impuso un nuevo camino que venía desde Francia como vía principal hasta el sepulcro del apóstol. Así, su imperio quedó delimitado geométricamente desde Éfeso, donde estaban enterrados Juan y María, hasta Compostela, donde reposaban los restos de Santiago. Juan y Santiago, los “Hijos del Trueno,” enterrados en las dos puertas de la cristiandad, con Pedro en Roma, representan los tres apóstoles que acompañaron a Jesús en la Transfiguración.

Los antiguos constructores dejaron su sabiduría y conocimiento místico a través de formas geométricas arquitectónicas a lo largo del nuevo camino que venía desde Francia. Caminar por él significaba acercarse al conocimiento y al cristianismo. Hasta el siglo XVI, la Biblia no estaba al alcance de todos, por lo que aquellos que aspiraban a la cultura de su tiempo debían ponerse en camino a Santiago y adquirir el conocimiento a través del arte románico y gótico presente a lo largo del Camino.

Los antiguos peregrinos, sin mapas ni guías, se movían en un entorno lleno de peligros. La necesidad de un mapa surgió, y la orden medieval de los Templarios, conocedores de muchos ritos antiguos no completamente compatibles con el nuevo culto católico, dejaron sus secretos cifrados en templos, ermitas y capillas. Se dice que el “Tablero de la Oca” tiene su origen en este conocimiento templario, con sus 63 casillas, de las cuales nueve presentan pruebas que todo peregrino hacia Occidente debía superar. La casilla número 12, un puente, se añadió posteriormente.

La cultura cristiana, nacida en los últimos tiempos del Imperio Romano, se transmitió a la Edad Media y se compartió entre Europa y América. Santiago de Compostela recibe cada año a miles de personas que emprenden el Camino por motivos existenciales, espirituales o culturales. Hoy en día, el Camino de Santiago es realizado por personas de diferentes credos y condiciones, un paseo por nuestras fronteras existenciales y un acercamiento a la sabiduría propuesta por Jesús de Nazaret.

El Camino de Santiago es, y siempre será, un espacio de encuentro que nos ayuda a crecer, a decidir y a crear. Es un camino de conocimiento y sabiduría, cargado de historia y humanidad. Lo realmente trascendente no es llegar a Compostela o a Fisterra, sino estar en el camino, vivir la experiencia y superar las pruebas que nos propone como camino de sabiduría.

En nuestros tiempos, con el conocimiento circulando por Internet y la facilidad de viajar por todo el planeta, las metáforas geográficas ya no son los “finisterres” de Europa, sino Marte. Posiblemente, en el futuro, otros caminos además del francés cobren mayor protagonismo, y más personas de diferentes creencias encuentren en el Camino de Santiago un lugar de conocimiento abierto e integrador. Esta es una gran oportunidad para recoger lo esencial de nuestra tradición y proponerla como escuela de creación, compartiéndola con el resto de la humanidad.

Camina y descúbrete - eneagrama

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